El Tribunal Supremo condena a Ausbanc a publicar la sentencia en su Twitter y a retirar los insultos. Vuelve el “me lo escribes cien veces en la pizarra” y, en mi cabeza, sólo puedo imaginar a Pineda escribiendo en su móvil como lo hace Bart Simpson en su pizarra al inicio de cada capítulo de su vida.
A nadie le ha sorprendido que el Tribunal Supremo condene a Luis Pineda, cabeza y cara visible de Ausbanc, por sus insultos y difamaciones continuas hacia el portavoz de FACUA-Consumidores en Acción Rubén Sánchez. La novedad no ha estado en el pecado, sino en la penitencia -Twitter. Treinta largos días le esperan a un personaje que sigue siendo mediático hasta en su condena.
Al margen de la historia que hay detrás, resulta reconfortante comprobar que la Justicia empieza a incluir las redes sociales en sus sentencias. La huella digital es un problema al que nos enfrentamos continuamente. Borrar insultos o barbaridades pasan por procesos largos y farragosos. Los dardos siguen colgados en la red.
Dar el paso e ir a un juzgado no está al alcance de todos. Sin embargo, es esperanzador, que uno de nuestros órganos judiciales más importantes, busque realmente la compensación para la víctima. Hace poco, la periodista de TVE Almudena Ariza también ganaba un juicio por difamación. El juez condenaba al acusado a borrar los comentarios ofensivos de su web, cosa que no ha hecho y que dudo mucho que haga, salvo nueva demanda.
Hay muchos más casos que no corresponden a personas famosas. Les invito a ir a un congreso sobre seguridad en el ciberespacio y se sorprenderán de las numerosos casos que quedan en el limbo. La gran ventana que son las redes sociales deja salir mucho aire fresco, pero también mucho rancio.
El paso que ha dado la Sala de lo Civil del TS sentará, a buen seguro, un precedente importante e interesante para proteger un derecho constitucional como el del honor. Este derecho no pertenece a un siglo pasado por más que lo veamos vapuleado cada vez que ponemos Gran Hermano o programas similares.