El bombardeo publicitario empieza en noviembre. Se vuelve insufrible en diciembre y te divorcias de tu televisión en enero. Sin duda, creo que estas fiestas nos meten dentro del consumo a la carta como ‘oshiyas’ a los pasajeros del metro.
El uso y abuso de los anuncios en televisión ha tenido muchas etapas. Hay libros y expertos que las relatan por si hay algún curioso. Pero me quiero detener en las actuales fiestas, las de 2016, las que me hacen sentir como pasajera del metro de Tokyo. La publicidad en Navidad son mis propios ‘oshiyas’. Afortunadamente, sigo teniendo libros pendientes y una tolerancia severa a las series USA.
Las pausas de 6 y 7 minutos, tan anunciadas como interminables, se han convertido en un mecanismo de tortura. Tanto los formatos juguetes como los perfumes siguen siendo un martilleo. No puedo hablar en nombre de todos los consumidores del mundo; sin embargo, tengo curiosidad por saber la efectividad de su exhibición.
Curiosamente, después de semanas de machaqueo, sólo soy capaz de recordar dos anuncios. El primero, en realidad, lo vi en Facebook y fue el experimento de Generación 2015, detrás de la cual hay una fundación presidida por el notario Miguel Ruiz-Gallardón.
El segundo anuncio fue el de la Lotería- sé que no soy original. Más que por el spot en sí por la polémica que siempre acompaña. En este caso, una historia que ha dejado tambaleando la línea entre lo sensible y las enfermedades.
Al final, descubres que en esas eternas pausas publicitarias, te da tiempo a abrirte una cuenta de usuario en un canal generalista y ver una serie o película infumable. O sencillamente vuelves a conectarte a las redes. O simplemente, ves como pasa el tiempo y bloqueas cualquier mensaje que la marca de turno te envía.
Adiós al story-telling o a las miles horas de trabajo. La publicidad narcotiza en estas fiestas y las marcas lo saben. El caso es que hay días en los que me gustaría que me dijeran que nos dan el coñazo por buenas razones: Porque mantienen beneficios, generan empleo o invierten ese dinero en el ecosistema emprendedor.
Dennos razones y prometo quedarme en la televisión en abierto. Iré al baño como se ha hecho toda la vida. O mejor, haré zapping para que todos ganen.