En Alicante, hace años que andamos concienciando a los dueños y dueñas de los perros de que recojan sus excrementos. Personalmente, se lo he indicado a dos personas en mi vida y a cientos con una mirada que decía: saca la bolsita y recógela. La cosa tiene su miga, su olor y su huella. Cuando las pisas, ya no hay stop, que diría el anuncio. El caso es que, junto a este hecho repetitivo e histórico de educación cívica, hay que ahora mi sana costumbre de salir a caminar -lo del running me suena muy americano.
Digamos que mantengo una relación distante con los perros, porque he de reconocer que nunca he creído en las frases: no pasa nada, no hace nada, es muy bueno, te huele y se va… Así que, si la variable de las cacas, sumamos la variable de la distancia, les aseguro que los horarios de paseo y los lugares se acortan en esta ciudad.
Hay paseos que están más concurridos que la playa para perros de El Campello en verano y, claro, cambiarme de piso por este motivo queda descartado. Solución: salir a otras horas, cuando los animalitos están ya paseados, las caquitas están frescas y las puedes detectar. Pasear a deshoras en Alicante, mola.
Mi compañero Antonio sale a correr cuando el sol despunta por la playa del Postiguet y cuelga en sus redes unas espectaculares fotos. A mi siempre me anima a salir a caminar -le tengo que dar las gracias. Pero sus idílicos amaneceres junto al mar, están exentos de perros y, quizás él los adore y crea en la frase de “no hace nada”, sin embargo, a esas deshoras, sospecho que hay pocos incívicos y lo peor, es que mi cerebro sólo entiende de amaneceres si justo antes ha visto un atardecer.
Me ha dicho un profesor que soy búho y no alondra. Por lo tanto, he fabricado mi deshora de caminar, pero, oigan, si tienen perro, me hacen el favor de recoger la caca. Gracias.