En Alicante, y quiero que imaginar que como en otras muchas ciudades, las referencias de localización las marcan sitios, tiendas o tugurios emblemáticos. Por ejemplo: En esta localidad de la Costa Blanca, hay dos grandes superficies de El Corte Inglés, uno está ubicado en la avenida Maisonnave con Oscar Esplá y el otro, en el Paseo Gadea con la misma avenida Maisonnave. Solución alicantina: Éste último es El Corte de Inglés de Galerías (Preciados), porque antaño fue esos almacenes a los que nuestras madres iban como ahora nosotros lo hacemos a los centros comerciales.
Tiempo después, es decir, ahora, nos encontramos inmersos en una guerra de horarios por abrir los domingos que merece una reflexión por parte de todos y un poco de seriedad. Sin embargo, fuera de esa lucha dominical, mi atención se dirigió hacia ese cambio que afronta la marca del triángulo verde y cuyo exponente más visible está en el antiguo Galerías.
Que a El Corte Inglés le sobran metros está claro y que su proceso de modernización tiende a la reconversión también. Su transformación hacia imperceptibles centros comerciales se puede respirar en algunas de sus plantas, donde ya no se alquilan centímetros para expositores, sino metros para mini comercios. Me llamó la atención, sobre todo, que sus famosos escaparates se hayan convertido en cristaleras de cafetería y, además, en heladerías takeaway. Y es que El Corte Inglés ya no es Galerías por mucho que a la hora de la merienda vayan algunas madres a tomarse los crepes. Cualquier día les ponen un burguer o un kebab para cambiar el target.
Se acabó el lujo de merendar detrás de los cristales tintados. Volveré cuando pongan una terracita y, como ya ocurre en Madrid, sea una gastro experiencia a la que llevar a los amigos que vienen de fuera para hacer fotos y subirlas a Instagram.